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FINANZAS | 12.05.2021

Cambios fundamentales, pero inadvertidos, en el ahorro

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Javier Olías
Director general territorial de Mapfre Dirección Territorial Norte
El contexto económico cambió de forma permanente en 2020. No se trata sólo de los efectos directos de la pandemia, sino que también se aceleraron cambios muy profundos que ya estaban en marcha y que, en otro entorno, se hubieran producido de manera más lenta. Entre otras cuestiones, por ejemplo, el entorno laboral es ahora más incierto, la confianza de las familias es más reducida o la estructura productiva se ha vuelto más ágil, con aquellas empresas que no se mantienen lo bastante dinámicas cayendo en fuera de juego. En conjunto, se puede decir que la fragilidad de los ingresos individuales y familiares ha aumentado.
Eso ha llevado a cambios fundamentales en la forma de ahorrar de las familias. No es sólo que haya aumentado la propensión al ahorro debido a la mayor incertidumbre. Sobre todo, dado el contexto y el aumento del volumen, este ahorro necesita una planificación más cuidadosa. A menudo una planificación que excede las capacidades de las propias familias. Por eso, lo ideal es que las mismas se centren en definir los objetivos de ese ahorro, en línea con su propósito vital, y trasladen con ellos el esfuerzo de la planificación a un asesor patrimonial.

Esa necesidad no es consecuencia sólo de la incertidumbre. También ha cambiado lo que se conocía en economía como el “ciclo de vida”. Tradicionalmente, ese concepto señalaba que los hogares tenían más gastos que ingresos durante su etapa inicial y tras la jubilación, mientras que generaban ahorro durante toda la etapa intermedia. Este modelo ahora se ve amenazado por la mayor inestabilidad laboral y por la mayor esperanza de vida. Por tanto, para mantener una capacidad de gasto relativamente estable en todas las etapas es necesario acudir a esa planificación detallada de un profesional, en base a los objetivos que permiten a la familia programar su futuro. Es más, el aumento de la esperanza de vida incrementa también la necesidad de complementar las pensiones públicas con las privadas.

En este sentido, en MAPFRE manejamos el concepto de “Ciclo de Vida EPSV” (gestión discrecional de las EPSV en función de factores de selección), que tiene como objetivo facilitar al socio la gestión de su ahorro para la jubilación. Se distribuyen los derechos económicos del socio en base a dos factores: la edad del partícipe y el perfil de riesgo. Para lograr este objetivo, se constituyen ocho carteras formadas por tres EPSV’s. A su vez, estas EPSV’s estarán formadas por fondos de inversión de la casa, excepto la EPSV Mapfre Renta, que está formada únicamente por instrumentos de corto plazo, y cada cartera tendrá unos límites máximos de inversión en renta variable, previamente fijados. Los derechos económicos del socio son distribuidos a lo largo de la vida de éste hasta el momento de su jubilación.

Foco en los criterios ASG

Dentro de ese asesoramiento profesional, MAPFRE tiene como uno de sus objetivos principales el ejercicio de su responsabilidad corporativa, para con las sociedades en las que interviene. Esto mismo es coherente exigírselo también a aquellas empresas que forman parte de nuestros productos de inversión. El impacto de las empresas en su entorno se representa comúnmente mediante los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) o ESG en inglés. Aunque estos criterios son de vital importancia en todas nuestras inversiones, disponemos de una serie de productos en los que somos incluso más cuidadosos a la hora de buscar compañías excelentes en términos de sostenibilidad.

A todo esto, se añade otro problema. Cuando se trata de invertir ese nuevo ahorro, nos encontramos con un entorno de tipos cero, que parece que se va a prolongar en el tiempo, con menor visibilidad en los mercados financieros, y con aumentos muy pronunciados de las comisiones bancarias que perjudican los saldos inmóviles. Esto limita todavía más las opciones de actuación de las familias por su cuenta. Sin embargo, es precisamente este entorno en el que la solución viene dada por una gestión activa profesionalizada.

En conclusión, tras la pandemia y su crisis económica asociada se habla de múltiples cambios de todo tipo. Pero uno de los que pasa más desapercibido, aunque de mayor calado social, es el que afecta a las nuevas necesidades de planificación financiera de las familias, que cada vez más sólo puede ser satisfecho por profesionales. De eso depende el bienestar económico de multitud de familias en el futuro.