Hablar de cambio climático supone hacerlo de cómo la contaminación está afectando al planeta en general y al medioambiente en particular. El aumento de las temperaturas, el creciente número de especies en peligro o los estragos que los residuos plásticos están provocando en los océanos están en boca de todos. Pero estas nefastas consecuencias no se detienen ahí, sino que los propios seres humanos se encuentran expuestos a sus peligros.
No en vano, de acuerdo con los últimos cálculos realizados por Naciones Unidas, más de 7 millones de personas mueren prematuramente en el mundo por culpa de la contaminación; de ellas, 60.000 son niños. En el ámbito europeo, la situación no es mucho mejor, pues las muertes por contaminación ascienden a 800.000, acortando la esperanza de vida más de 2 años, según estima otro estudio realizado por investigadores alemanes.
“El elevado número de muertes causadas por la contaminación del aire en Europa se explica por la combinación de una pobre calidad del aire y la densidad de población, lo que conduce a una exposición que se sitúa entre las más altas del mundo”, apunta uno de los creadores de dicho estudio, Jos Lelieveld, investigador del Instituto Max-Planck de Química.
Tales números suponen un jarro de agua fría dado que estimaciones anteriores de la Agencia Europea del Medioambiente o la propia OMS se quedaban en la mitad.
Difícil escapar
El principal hándicap para enfrentarse a este problema pasa por la dificultad para evitarlo. Y es que, “es inevitable al estar por todas partes, principalmente causado por la quema de combustibles fósiles para electricidad, transporte y calefacción, además de actividades industriales, mala gestión de residuos y por prácticas agrícolas», ha segurado David Boyd, portavoz especial de Derechos Humanos y Medio Ambiente de Naciones Unidas.
La polución resulta especialmente impactante en las funciones cardiovasculares de las personas, provocando infartos, ateroesclerosis, hipertensión…
No solo enfermedades cardiovasculares
Eso sí, la contaminación también está relacionada con otras afecciones de importancia, tales como cánceres de mama, del aparato digestivo o de garganta, además de las enfermedades de Alzheimer y Parkinson, entre otras. Así lo expuso recientemente Julio Díaz, jefe del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, en una jornada informativa formativa sobre contaminación ambiental y salud organizada por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Es más, un estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology (JACC) asegura que las partículas de metales pesados que hay en el aire contaminado son capaces de provocar que las arterias que pasan por el cuello se estrechen, aumentando la probabilidad de sufrir un ictus.
Problema global
En definitiva, la lucha contra el cambio climático y la contaminación no solo es una cuestión clave para salvaguardar la salud del planeta, sino que se antoja necesaria para evitar muertes prematuras en todo el mundo. Esta globalidad se puede exponer con otra noticia reciente: el 90% de los niños de Ulan Bator (Mongolia) respiran aire muy contaminado. Las temperaturas del país han ascendido 2,2 grados y la emigración desde el campo a las ciudades ha provocado que buena parte de su población viva en unas condiciones peligrosas para la salud.