Habitualmente las proyecciones de los centros de análisis económico incorporan un escenario central, que es el supuesto que los expertos creen más probable, y otro escenario “estresado”, en el que los riesgos potenciales se materializan, y en el que los parámetros previstos son por tanto peores.

Pero la crisis provocada por la Covid-19 está provocando una ruptura tan radical de las circunstancias económicas que los economistas están acostumbrados a analizar, que resulta casi imposible asignar una probabilidad a la materialización de esos riesgos en el momento presente. Es por eso que muchas de las previsiones de las casas de análisis que estamos conociendo estos días, como el Banco de España, no dan una estimación concreta, sino que incorporan una banda amplia de proyecciones.

El Informe Panorama de MAPFRE Economics, que hemos conocido esta semana, va un paso más allá e incorpora un “escenario base” y otro “base estresado”, pero además contempla otro adicional, al que denomina alternativo, cuya materialización confiemos que no suceda en ningún caso, pues su análisis invita a la desolación.

Los expertos del servicio de estudios de MAPFRE descartan ya, en cualquiera de los supuestos, que la crisis económica generada por la covid-19 se traduzca en una recesión corta, o que la recuperación sea rápida y pronunciada, como se confiaba en los momentos iniciales de la pandemia.

Escenario base

El escenario base de su estudio contempla una recesión con forma de U, en el que la respuesta coordinada de los gobiernos evite que la recesión ocasione daños permanentes. En este caso la recesión dura entre dos y cuatro trimestres con una profundidad variable modulada básicamente por la severidad biológica del virus y la rapidez e intensidad de las medidas tomadas. En definitiva, el daño es severo, pero limitado en el tiempo, gracias al relativo éxito en el aplanamiento de la curva. Se regresa en un plazo, mayor o menor, a los niveles pre crisis.

Estas serían sus principales características:
• China recupera la actividad en el segundo trimestre y las economías asiáticas se benefician de ello. Su papel de prestamista de última instancia en el mundo emergente no se ve deteriorada.

• En occidente los estabilizadores automáticos funcionan y la curva se aplana dando un receso que permite el inicio de la estrategia de mitigación a finales de año, lo que elimina trabas al repunte esperado de la actividad de 2021.

• No hay retroalimentación entre el sector real y financiero. La crisis no genera un problema de solvencia en el mundo desarrollado ni emerge algún tipo de riesgo no previsto. No se desata un problema sistémico.

• El petróleo regresa al entorno de 40 USD/b a finales de 2021. El vix se mantiene elevado pero no en niveles comparables a Lehman o la crisis China 2015. El USD se mantiene apreciado por debajo de 1,1 USD/EUR.
En este escenario, la economía mundial caería un 3%, pero se recuperaría en 2021. En la misma línea, el PIB en España retrocedería un 5,6%, para crecer un 4,4% el año que viene.

Escenario base estresado

En este escenario, la caída de las economías este año es el doble de pronunciada, y lo que es peor, más sostenida en el tiempo. El fondo de este ajuste acontece entre el Q4 2020 y el Q1 2021 y sus efectos se trasladan hasta bien entrado el año próximo.

En este escenario, la economía mundial caería un 8,2%, y se recuperaría mucho menos en 2021. En la misma línea, el PIB en España retrocedería un 10,7%, para volver a menguar otro 1% el año que viene. Estas serían las principales características:

• Más países se infectan por mayor tiempo y con más severidad, con efectos sobre el sector financiero relevantes, en especial en los países emergentes.

• El comercio global se contrae a lo largo del año un 15%.

• El precio del petróleo permanece muy deprimido, debajo de los 15 USD/b.

• Se produce un colapso de los beneficios empresariales, que conduce a cambios abruptos en la valoración de muchos activos en balance, lo que se traduce en una reducción significativa del tamaño del mercado financiero y las posibilidades de financiación global. El papel de los activos refugio aumenta, atesorando la liquidez y presionando tipos a la baja, que causan daño aún mayor en el sistema financiero.

Escenario no cuantificado

Este supuesto implica, según los expertos de MAPFRE Economics, “cambios estructurales permanentes, detonados por una crisis sistémica ocasionada por los riesgos y vulnerabilidades conocidos o por la emergencia de otros desconocidos, que desembocan en disfunciones económicas permanentes tanto de oferta como de demanda y un sector financiero incapaz de realizar las funciones básicas”.

En este escenario, no se cumplen los supuestos del escenario base acerca del contagio, estacionalidad o fatalidad del virus, prevalecen intereses nacionales y no se llega a ningún tipo de coordinación internacional para atajar el problema.

Todo ello desata una crisis financiera de alcance potencialmente sistémico, que disloca el sector financiero del real. La crisis financiera se desata por la materialización de algún tipo de riesgo de liquidez, de financiación de la deuda, de solvencia del sistema, de ausencia de ingresos o de contraparte.

Estos detonantes producen salidas de flujos insostenibles, depreciaciones de la mayoría de las monedas, depreciaciones de todo tipo de activos y consiguientes ajustes del tamaño de los balances del sector real y financiero.

Este escenario no está cuantificado en el informe, porque la magnitud de tal corrección no es cuantificable con la información disponible en el momento actual. Confiamos, por el bien de todos, que este escenario no se cumpla de ninguna de las maneras.