Pasan los años y seguimos escuchando hablar del cambio climático. Es más, lo sufrimos directamente y no solo en forma de un aumento de las temperaturas. Las consecuencias del efecto invernadero van más allá de que haga más calor, a saber: una mayor concentración de CO2, proliferación de fenómenos climáticos extremos, desaparición de especies animales o un incremento de los alérgenos en el aire son solo algunas de ellas.
De cara a poner freno a una situación que puede llegar a insostenible, llevamos unos años concienciándonos sobre nuestra responsabilidad con el planeta y preparando medidas para evitarlo. El uso de energías renovables es una de ellas, si no la principal, y se encuentra en las agendas de casi todos los países. Pero, ¿realmente ayudan a mitigar el citado cambio climático?.
Solo hay un camino: las renovables
Entrando de lleno en la pregunta, debemos apuntar algunas cifras que nos ayudarán a responderla. Estos números se enmarcan en el plan de la Unión Europea que se ha propuesto como objetivo reducir los gases contaminantes en un 40% para 2030. Ese mismo año las fuentes limpias deberán generar el 27% de la energía.
Esta idea se sustenta además en las palabras que en 2014 pronunciara el por entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cuando afirmó que el cambio climático representaba “la mayor amenaza para nuestro futuro”. A esto añadió: “Somos la primera generación que siente sus consecuencias y la última que tiene la oportunidad de hacer algo para detenerlo”.
El futuro próximo
Partiendo de la base de que las energías renovables son la clave, centrémonos en el “cómo” se va a conseguir. Y en este caso la respuesta es muy sencilla: utilizándolas.
Si nos atenemos a los datos ofrecidos por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), en el año 2030 la Tierra llegará al umbral de 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Esto conllevará un mayor riesgo de incendios, inundaciones y sequías.
Para evitarlo, las emisiones de dióxido de carbono deberían descender alrededor del 45% con respecto a los niveles de 2010. Y no solo eso, en 2050 habrían de ser del “cero neto” para que el aumento de la temperatura se mantuviera en ese peligroso grado y medio.
¿Serán capaces energías renovables como la solar, la eólica o la hidráulica –por citar solo tres de ellas– capaces de transportarnos a ese escenario?.