Asegurar que el Big Data proporciona importantes beneficios a las empresas resulta casi una obviedad habida cuenta de los resultados que ofrece el análisis masivo de datos de cara a la buena marcha de un negocio. Esta tecnología, cuyo mayor beneficiado es el sector de las grandes compañías, también está calando en la pyme. Sin embargo, no todo es “miel sobre hojuelas”, pues las malas prácticas provocan que, en ocasiones, el Big Data no aporte lo que se le presupone.

En un principio, cualquier empresa (sea del tamaño que sea) puede aprovechar los beneficios que aporta el análisis de información, que se traduce en una reducción de costes, un aumento de la productividad, una mejora del uso de los recursos internos, un servicio al cliente más optimizado y, como consecuencia, un mejor rendimiento comercial. Pero, ¿qué malas prácticas pueden echar por tierra estas ventajas?

Una mala utilización

Uno de los principales problemas con los que se encuentran las pequeñas y medianas empresas cuando utilizan tecnologías de Big Data es sacarles todo el provecho, de modo que el retorno de la inversión sea positivo en un plazo de tiempo satisfactorio. Para ello, la inversión no solo debe circunscribirse a la tecnología en sí, sino que hay que contar con especialistas capaces de construir políticas eficaces.

Sin embargo, este inconveniente no solo afecta a las pymes. Las organizaciones de todos los tamaños encuentran dificultades para aprovechar los datos recogidos y hacerlos eficaces sobre todo en el momento de conocer a sus clientes a la perfección. De ahí la necesidad de contratar a especialistas en la materia.

Una utilización irresponsable

Por otro lado, las malas prácticas en torno a la implantación de tecnología de Big Data no solo se limita a no sacarle partido, sino que también hay que tener en cuenta un empleo irresponsable de la información obtenida. Esto puede ocurrir de diversas maneras:

  • No respetando la privacidad de los datos.
  • No tomando las medidas de seguridad adecuadas para salvaguardarlos de ataques o robos.

Así pues, las pymes se encuentran ante un doble reto: por un lado, el de atender a las obligaciones que marcan las diferentes leyes respecto a la protección de los datos, y por otro, el de adoptar las medidas de seguridad que hagan posible un uso responsable de las tecnologías de Big Data. Hay que tener en cuenta que la cantidad de información que se analiza queda almacenada y esto debe hacerse bajo el marco regulatorio correspondiente. No hacerlo implicaría multas y, claro está, la desconfianza de los clientes; y supondría que la apuesta por este tipo de tecnología resultaría contraproducente.

En definitiva, una mala práctica del Big Data se traducirá en pérdidas para las pymes, ya sea por no rentabilizar la inversión tecnológica o por un empleo inadecuado.