¿Qué sucede cuando el dispositivo hackeado es un coche? ¿Es tan extraño cómo suena? Desgraciadamente, se trata de una práctica que podría ir en aumento. ¿La razón? La electrónica cada vez está más presente en el mundo de la automoción.

Coches hackeados

Hay que tener en cuenta que los nuevos modelos que llegan al mercado se conectan a Internet para su geolocalización e incluso para llevar a cabo algunas actualizaciones de software. En ese proceso, los ciberdelincuentes pueden encontrar una grieta en la seguridad y colarse en el sistema. Obviamente, no es algo muy común porque no parece que vayan a sacar rédito alguno de ello… por ahora. Y es que, ante la llegada de los primeros coches autónomos, el panorama cambiará.

Como muestra solo hay que referirse a algunos ejemplos que han aparecido en prensa, como lo que recientemente, un desarrollador holandés llamado Marc Rooding había publicado en su blog. Rooding explicaba cómo le habían engañado para hackear y robar su coche. Le habían roto el cristal para colocarle un localizador con el que se habían introducido en el cerebro del vehículo. El objetivo era saber dónde estaba en cada momento, evitar que las alarmas antirrobo sonaran y llevárselo cuando más fácil resultara.

Este es solo un ejemplo de por dónde van los tiros. De hecho, solo hay que buscar en Internet para comprobar la sencillez con la que alguien con conocimientos técnicos puede hackear un coche autónomo mediante el pirateo del GPS.

El transporte y las infraestructuras críticas

Eso sí, hay otros ejemplos de lo que algunos ciberdelincuentes han venido perpetrando en los últimos años: desde señales de tráfico pirateadas en Dallas (EE.UU.), hasta un ataque contra el consorcio de transportes de San Francisco (también en EE.UU.)… Y no solo eso, numerosas compañías y organismos dedicados a la seguridad apuntan que nos encontramos en un claro escenario de inseguridad que podría empeorar con la llegada masiva de coches que estén 100% automatizados. Será entonces cuando los delincuentes tengan la capacidad de hacerse con el control total del vehículo (conducción, frenos…).

A simple vista, y como hemos apuntado antes, no existe un motivo claro de beneficio en ello, más allá de poner en peligro la integridad de los ocupantes (desde accidente hasta secuestro). Claro que no les sería complicado provocar un caos circulatorio que llegara a colapsar toda la red de transporte.

Precisamente el transporte es una de las infraestructuras críticas para la sociedad (junto a otras como la red eléctrica, el suministro de agua…). En todas ellas, la llegada de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones ha hecho posible una mayor conexión y unos beneficios que se han visto reflejados en un mejor funcionamiento. Sin embargo, esto también ha traído consigo una mayor exposición a todos aquellos que están al otro lado de la ley, porque ahora tienen una vía para entrar en sistemas que en otro tiempo eran estancos. Los coches solo son un ejemplo de lo que la falta de ciberseguridad (o de seguridad en general) puede provocar en un entorno cada vez más interconectado.