FUENTE: UNESPA

Muchos de nosotros no somos conscientes, porque vivimos rodeados de cemento y acero, pero este de 2017 no está siendo un año bueno para el campo.

Antes, lo que pasaba cuando el año era malo en el campo era que los agricultores se apretaban el cinturón y, a la larga, la historia se notaba también en los mercados de las ciudades a través de los precios. Pero eso, claro, era antes de que existiese el seguro.

Dicen los que saben de esto que el año 2017 se puede describir con el concepto: lluvias escasas y muy desigualmente repartidas, junto con temperaturas inusitadamente altas en primavera. Ha sido, pues, una primavera seca y calurosa en muchas partes de España, y muy particularmente en Castilla y León, sobre todo en el norte de la comunidad (Palencia, por ejemplo). Para colmo, llegó la ola de calor de junio, que a ti te obligó a meterte en la piscina; pero como los cereales no tienen piscina cerca, se tuvieron que aguantar y muchos de ellos se secaron. Si el cereal se seca, entonces produce menos grano o de menor calidad: hay pérdida, total o parcial, de cosecha.

Pero es que hay más. A finales de abril hubo unas heladas que ya fueron bastante problemáticas para el cereal y las leguminosas. Hasta 141.000 hectáreas se vieron afectadas por ellas. Y, para terminar de contar la tormenta perfecta, nunca mejor dicho, a las heladas, al calor y a la sequía se han unido una serie de tormentas con pedrisco (ese pedrolo de hielo que a ti te puede provocar un chichón, pero que a una planta se la carga) que han afectado a 170.000 hectáreas de cereal, sobre todo en Aragón y Castilla-La Mancha.

Todo esto tiene como consecuencia que el seguro de cereales y leguminosas presente unos pagos por percances inusitados en su historia. Mira los datos, que demuestran bien claro que sólo 1992 se acerca algo a lo que está pasando este año:

Pagos por pérdidas en cereales y leguminosas


Este nivel de pagos es posible, obviamente, porque previamente hay aseguramiento. España tiene un plan de aseguramiento agrario que es fruto de la colaboración público-privada y cuyo funcionamiento y nivel de extensión provoca la curiosidad e incluso la envidia en países más desarrollados que el nuestro. En el caso de las leguminosas y cereales, el nivel de aseguramiento es, este año, del 57%, aunque se eleva por encima de este conjunto en regiones muy intensivas en estas producciones.

De 3,5 millones de hectáreas aseguradas, la previsión actual es que el total afectado va a ser de 1,235 millones, esto es: una de cada tres hectáreas plantada de leguminosas o cereal.