El paradigma de la ciberseguridad se encuentra en constante evolución, la misma que experimenta la tecnología en general. La protección que servía ayer, probablemente quede obsoleta mañana, pues los ataques informáticos están mejorando constantemente, al tiempo que se multiplican.
Su eficacia no para de crecer por la simple razón de que son una fuente de ingresos para los ciberdelincuentes de todo el mundo. Este hecho provoca que los desarrolladores de malware y otras vulnerabilidades sean cada vez más numerosos, una tendencia que se mantendrá este 2019 y probablemente en años venideros. De ahí que las medidas de seguridad deberán evolucionar a la misma velocidad. De lo contrario, las pérdidas terminarán siendo muy elevadas.
¿Por dónde atacan?
La nueva oleada de ciberdelitos –cada vez más sofisticados– tiene múltiples vías por las que adentrarse en los sistemas informáticos de instituciones, empresas e incluso personales. El hecho de que todo esté conectado abre numerosos caminos por los que “colarse”: elementos domóticos, redes sociales, videojuegos e incluso los propios coches.
Por lo tanto, la ciberseguridad no puede circunscribirse a poner un perímetro de seguridad sino que habrá de ir más allá, pasar a la “ofensiva”. De igual manera, la nube alcanzará mayor protagonismo ya que cuenta con mayores medidas de seguridad que los dispositivos físicos.
Por otro lado, las últimas tendencias apuntan a la inteligencia artificial como elemento clave en una buena defensa. Muchos expertos en la materia aseguran que han de ser las máquinas las que detecten y resuelvan los ciberataques.
Miedo a los ciberataques
Esta nueva oleada de ciberdelitos que se espera en los próximos meses supone un quebradero de cabeza para la mayoría de empresas. Eso refleja al menos la encuesta global a directivos del Foro Económico Mundial, que los consideraba a esos ataques una de las principales preocupaciones.
Así pues, este es el escenario de incertidumbre –y de necesidad de una mayor protección– que se está dibujando este año, un periodo en el que se espera un crecimiento imparable del malware en todas sus variantes, especialmente de aquel enfocado al mercado de la telefonía móvil y al Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT). La razón es la expuesta anteriormente: se trata de una práctica que reporta grandes beneficios a los ciberdelincuentes.
Eso mismo ocurre con otras modalidades de cibercrimen. Una de ellas son los ataques de denegación de servicio, que en 2019 también se espera que crezcan, sobre todo los relacionados con la telefonía (impidiendo a los usuarios el acceso a sus propios terminales).
Esta oleada de ciberdelitos también traerá consigo un perfeccionamiento en las APTs o amenazas persistentes avanzadas. Serán más sofisiticadas y atacarán en busca de la información más crítica.