Puede que alguna vez te hayas preguntado por qué razón algunas edificaciones antiguas tienen una placa que indica que está “asegurada de incendios”. Si es así, te invitamos a disfrutar de una visita al Museo del Seguro.

No solo es la primera manifestación publicitaria en el mundo del seguro, sino que, además, era condición sine qua non para que los bomberos no pasaran de largo.

A finales del Siglo XVII el Gran Incendio, que arrasó dos terceras partes de Londres, motivó un fuerte desarrollo de las compañías que ofrecían protección frente a las pérdidas causadas por el fuego.
Este sería el origen de los seguros en Europa y se empezaron a fijar en las fachadas de los edificios placas metálicas de colores vivos que indicaban el número de póliza y el emblema de la compañía.


Estas placas servían para que los bomberos, que entonces dependían de las aseguradoras, pudieran identificar fácilmente los edificios de sus clientes. Se usaban, también, para evitar posibles fraudes, ya que las direcciones y la numeración de las calles no se hicieron habituales hasta mediados del siglo XIX.
Posteriormente, se extendió su uso a otros seguros como los agrarios, los de accidentes laborales y los de automóviles, y así se convirtió en la mejor forma que tenían las compañías para darse a conocer, por lo que se consideran la primera manifestación publicitaria del seguro.