“Tendré mi estilo propio” y “No soy ni Paloma ni Halcón” son quizá las dos frases más características del estreno, el pasado 12 de diciembre, de Christine Lagarde al frente de la presidencia del Banco Central Europeo (BCE).
Prefirió empezar sin prisa, pero sin pausa. Sin prisa, porque no siguió los pasos de su predecesor, Mario Draghi, que comenzó su andadura al frente de la institución dando un golpe encima de la mesa con medidas contundentes. Y sin pausa, porque dijo que a partir de enero ya se va a empezar a trabajar en el diseño de la nueva estrategia del BCE, no sólo en lo que respecta a la matización de su mandato sintetizado en la frase sobre la inflación “por debajo pero cerca del 2%”, sino por la incorporación de nuevos temas clave: la revolución tecnológica, el cambio climático o la desigualdad.
Lagarde tendrá la oportunidad de dar nuevas pistas
Lagarde tendrá la oportunidad de dar nuevas pistas respecto a esta estrategia en la reunión de este jueves en un contexto macroeconómico en el que han aparecido síntomas de una ralentización del crecimiento que se estabiliza en la eurozona. En este sentido, el Servicio de Estudios de MAPFRE, que presentó la semana pasada su informe Panorama para 2020, prevé un crecimiento del 1% para 2020 frente al 1,2% estimado para el cierre de 2019. Se trata de dos décimas por debajo de lo estimado por el propio BCE.
Lo cierto es que la banquera de origen galo, ex directora general del FMI, afronta este nuevo mandato en un momento en el que existe cierto consenso sobre que la política monetaria ha encontrado su límite en la mayoría de los mercados desarrollados. En definitiva, que existe poco margen de actuación con las medidas actuales en el caso de un nuevo deterioro de la actividad. Pero también existe una corriente que considera que la política monetaria, especialmente en la eurozona, está teniendo efectos no deseados sobre el sector financiero, “erosionando las funciones básicas como la transformación de plazos (créditos) y financiación a largo plazo (inversión), con consecuencias negativas para el sistema”, según se incluye en el informe.
El Servicio de Estudios de MAPFRE señala varios retos que afronta Lagarde al frente del BCE
Ante esta situación, el Servicio de Estudios de MAPFRE señala varios retos que afronta Lagarde al frente del BCE. En primer lugar, mantener la credibilidad y determinación del discurso heredado de Mario Draghi. A su vez, según apuntan en el informe Panorama, se debe “estabilizar en términos reales y nominales el ciclo económico, y volver a anclar las expectativas con sendas de inflación sostenibles”. En tercer lugar, acompasar los avances monetarios y regulatorios con una gestión integral que mejore “la gestión macro-prudencial y elimine la pro-ciclicidad latente en la regulación sobre la liquidez”.
Y finalmente, señalan los economistas, “reformar la política monetaria acorde con los tiempos”. En este sentido, implica vincular la política con la sostenibilidad; alinear los intereses con las nuevas instituciones europeas y el nuevo espectro político; mantener el liderazgo de su predecesor en tiempos inciertos (como el vivido con el Brexit); y buscar consenso para promover el camino para completar el espacio europeo (completar la unión bancaria, fiscal y de mercados de capitales).
Una política monetaria con efectos más limitados llevará, de nuevo, como ya ocurrió con Draghi, a hacer un llamamiento a los gobiernos para que la política fiscal tome el relevo. Los expertos de MAPFRE señalan que existe un consenso sobre “necesarias reformas estructurales e institucionales con la renovada reivindicación de dar mayor protagonismo a la política fiscal”. Veremos si Lagarde hace un guiño este jueves sobre este tema.
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