El término transición energética viene utilizándose en los últimos años como una opción posible para afrontar el cambio climático provocado por el exceso de contaminación en el planeta.

De hecho, podríamos decir que todos los estados firmantes del Acuerdo de París de 2015 se hallan inmersos en un proceso de transición energética que tiene como objetivo evitar un calentamiento global desmesurado. Tanto es así, que en el año 2050 ya no debería utilizarse energía proveniente de combustibles fósiles, con el objetivo de reducir al máximo las emisiones de gases con efecto invernadero.

Hasta el momento se están llevando a cabo medidas encaminadas a este fin, aunque eso no quiere decir que los resultados vayan a ser efectivos a corto plazo. No en vano, en 2018 volvieron a crecer las citadas emisiones de gases, marcando un máximo histórico.

Retos de la transición energética en 2019

Este escenario invita a reflexionar sobre los pasos que se darán durante el presente 2019 en torno a la transición energética. Un buen ejemplo es el de España, donde está en marcha el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética (LCCTE), que se prevé clave para poner en marcha los cambios necesarios.

De hecho, sus propósitos son los siguientes: llevar a la acción política la lucha contra el cambio climático, garantizar una coherente coordinación de las políticas sectoriales, garantizar que la transición sea justa social y territorialmente hablando, y crear instrumentos de gobernanza para que los ciudadanos puedan participar.